Han pasado ya nueve años de aquel
verano con PROYDE en Suranam (India); pero apenas necesito volver a pasar algunas páginas
de aquel cuaderno con las tapas de cuero o ver algunas fotos para recordar
aquella experiencia. Dejarse llevar por aquel impactante choque cultural y
dejarse llevar por el realismo mágico indio donde pocas cosas son lo que
parecen. Hay quienes vuelven a Suranam este verano, volvamos ahora por un instante.
Se me amontonan las sensaciones y
los recuerdos: un viaje interminable, la bienvenida y la acogida, la aguda escasez del agua, la vida
asomándose por cualquier rincón, también la muerte, aquel meneo de cabeza que
no es ni un sí ni un no, tantos olores tan intensos, el calor, los fuertes
contrastes, las bicicletas… Los niños. Montones de niños con la misma mirada
enorme y la mano extendida. “Vanakam”. Queriendo devorar la escuela. Cientos de
pequeños detalles en la obra: el cambio de obreros, el trabajo de las mujeres,
el ritmo de trabajo, el convite y el compar…